junio 13, 2007

de costumbres y costureras.


De costumbres y costureras.
O: De como nos acostumbramos al traje aunque nos apriete.
O también: De como me quejo cuando me aprieta pero bien que le doy al otro el más apretadito de mis trajes.

Hoy quedé sorprendida ante la ceguera de mis semejantes y "la mía propia de mi propiedad privada". Hoy quisiera escribir un ensayo sobre la ceguera pero "Sara Mago" -como le llamarían, magistralmente, Martha o Chente-, se me adelantó. Ay, Don José Saramago, cuanta sabiduría. Cuanta ceguera hay en el mundo. Pero ya lo dijo Chuy: "miramos la paja y... no nos hacemos la nuestra" (No era así, pero era lo mismo).
Hoy estaba en un lejano lugar "retacado de nopales, en el que había unos tipos extraños llamados intelectuales, se la pasaban leyendo para ser sabios y doctos pues no querían seguir siendo vulgares tipos autóctonos. Los veías en los cafés, llenos de libros profundos y en eventos culturales olía a conceptos rotundos... Se la pasaban pensando, pensaban cuando comían, en la esquina, en el avión. Pensaban cuando dormían pensaban en el camión ... y entre tanto pensamiento, análisis y estructura, decían conocer la neta y hasta también la locura pero..." -Llegamos al "pero" de Rockdrigo-. PERO... en ese extraño lugar en el que todos hacían disertaciones a cerca de la injusticia, la sordera del poderoso, lo apretado del traje que les obligaban a portar, la manera de vencer al tirano. Ahí, minutos después, los que se quejaban se transformaban en los sordos, ciegos y egoístas. Ahí, ante mis propios ojos míos de mi propiedad privada, miré, oí y porté el traje apretado. Viví el egoísmo del que se quejaban.

Llegando a mi casa me pregunté: ¿Cuantas veces me he quejado del traje que yo misma le he puesto a otros? ¿Qué tan ciega he sido? ¿Cuánto de lo que me quejo he propinado a mi vecino?... Y sólo me quedó pensar: Tengo que levantar la voz -mía propia de mi propiedad privada. Levantarla y negarme a portar el traje. Y esperar que, cuando me toque, alguien más levante su voz y me haga ver mi ceguera. A gritos, como los animalitos.

Ay, caray, caray... qué bonita es mi Tierra que bonita, ¡qué linda es!

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