A María Luisa no le gusta el pasado ni le gusta su nombre.
María Luisa piensa que su nombre es nombre de marco de foto y que "ya lo pasado pasado y no le interesa".
A María Luisa le gusta olvidar fechas y nombres, no apunta nada, no usa agendas ni nada que tenga que ver con recordarle algo.
Dice que tiene muy buena memoria para el futuro y que no olvida compromisos.
En efecto: nunca ha faltado ni llegado tarde a ningún lugar.
Hoy, María Luisa llega a su casa después del trabajo, recoge el correo, le da de comer al gato. Luego se sienta a comer su pan con mantequilla -sólo varía esa cena en candelaria y noche buena-. Y como todas las noches de pan, mantequilla y cena de gato, revisa la correspondencia mientras procura pequeñas mordidas a su cena y de vez en vez pasa los bocados con un trago de café con leche.
Hoy, María Luisa se sorprende, pues entre la cuenta del teléfono y el saldo de su tarjeta de débito está un sobre blanco con su nombre y dirección. Un sobre de esos que ya casi no se ven desde que existe el internet. Sobre blanco sin remitente. Sobre blanco con su nombre escrito, letra y puño de alguien más...
María Luisa se anima a abrir el sobre, saca el contenido y lo observa... lee. En la mejilla de María Luisa se dibuja una lágrima.
El gato ha terminado de cenar y mira a su dueña con cara de animal con dueño que se sabe suyo y que en la cara del dueño mira un gesto no tan suyo.
Por fin la mujer de la lágrima mira al suyo gato. Mirada profunda, de ambos. Finalmente, María Luisa, pasa su mano temblorosa por el lomo del gato, mientras le dice: "Odio el pasado y odio mi nombre. Hoy es un mal día, será mejor dormir temprano y empezar a olvidar de nuevo."
Mujer y gato se dirigen a la habitación, cruzando el pasillo ausente de fotografías.
Sobre la mesa de la cocina ha quedado la carta que recibió. Es una foto, en la que está María Luisa de diez años pasados y un hombre que la abraza. La foto está enmarcada por una marialuisa. Junto a la fotografía un recado en el que se lee: "¿Recuerdas? Yo nunca te olvidaré."
Mañana, María Luisa se levantará y al entrar a la cocina tirará el contenido de la carta a la basura, pues a ella no le gusta el pasado ni su nombre que le recuerda a marco de fotografía.
2 comentarios:
mi solidaridad con María Luisa. Ni sopa recalentada ni amor por segunda vez, porque ni la sopa es sopa ni el amor tampoco lo es.
Desde ahora, cada que descubra que mi memoria es porosa y me invadan los blancos dones del olvido, agradeceré al vago azar que me haya devuelto el asombro sin prejuicio ni dolor.
Abrazotes.
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