carta a un blog abandonado.

Llega, lo mira...

él no le dirige la palabra, se ve triste... indiferente, con un aire de dolor, de abandono.

Tres meses sin aparecerme por acá... ¿Pues qué te digo?

-¿Cómo has estado?

...

Entiendo que no quieras hablarme, pero pus... es que... ya sé, soy como esos que se desaparecen sin dar explicaciones... y luego quieren regresar cómo si nada. Pero hay una explicación: ¿quieres oírla?

...

Otra vez silencio, estás bien enojado.

...

Te explico: es una especie de circulo vicioso. Pasó una semana y... pues se me hizo fácil no llamarte. Luego quince días y sí se me olvidó venir a visitarte, quería pero se me olvidaba... Luego pasó un mes y la verdad quería verte pero... no sabía qué decirte, pues, me daba pena ¿cómo explicarte mi ausencia? no tenía palabras hermosas que decirte, ni anécdotas monumentales que contarte, sólo podía hablarte de trabajo y luego eso dices que te aburre.

Así llegaron las navidades, los años nuevos -el chino y el cristiano- , los reyes y la candelaria.

¡LA CANDELARIAAAA! lo sé, lo sé.... no tengo perdón, cómo pude haber faltado.

...

La vergüenza me invade y lo peor es que sigo sin tener las palabras que me regalen tu mirada.

Será que con un: trataré de ser más consecuente.

Con un: no puedo estar para ti día y noche, pero cuando me ausente no pienses que te he olvidado.

Quizá con el clásico: voy a cambiar.

...

Ay, la verdad es que te he extrañado... ¿puedo volver a escribirte de vez en cuando?