todo empezó por una jicaleta

Domingo de tianguis
Salgo toda chamagosa a buscar.

De todo, para el tamal y el atole, encuentra uno ahí.

Me gusta como suena la palabra: tianguis,

luego luego se siente su origen en la lengua,

y mucho de lo que ahí se vende disfruto, tanto cuando lo consumo como cuando lo pronuncio.

El señor con cientos de aguacates, chiles y su molcajete gigante, haciendo un guacamole de rechupete... y con unas tortillas de maíz: ¡MMMMM!
Armo mi buen itacate, compro: elote, tomate, epazote, nopales... y unos tlacoyos pa' la merienda.

Palabras que me enamoran por cómo suenan. Ahí están desfilando.
Todas del mismo origen y en el mismo lugar.

Luego al puesto de los dulces, me pepeno chocolates y unos chicles. Varios, para que alcance de a más de dos por piocha, además hay que pensar que están chiquitos, por eso más vale agarrar de más pa' que nadie se quede tragando camote.

Apurar el paso pues empieza a sentirse el chipichipi y todavía hay que llegar a la casa a hacer talacha.

Antes de partir veo al señor de las jicaletas.
¡Ay, no lo puedo evitar, quiero una!
¡Jicaleta, invento de los dioses!
Xicama con chile piquin, ensartada en un palo.
Tiene de muchos sabores; la pido de mango. Cuando le pone el limón no puedo evitar retorcerme como chinicuil no más de imaginar el agridulce en la boca.

Ahora, con jicaleta y bultos en mano, mi cuate y yo nos regresamos al hogar, para apapacharnos con todo lo que en el tianguis hallamos.

Tantas palabras que me gusta cómo suenan
que me gusta pronunciar, saborear.
Todas del mismo origen

¿Qué lengua las vino a originar?