Estaban la Tortuga y la Liebre preparándose para la Gran Carrera. Los demás animales pensaban que la Tortuga tenía todas las de perder en esa competencia contra la veloz Liebre. Pero la Tortuga no prestaba atención a las voces pesimistas, ella se entrenaba arduamente y se repetía: "Nada está escrito, si pienso positivo y trabajo por lo que quiero podré ganar". Mientras tanto la Liebre, confiada en su velocidad y juventud, disfrutaba de las fiestas sin preocuparse por la carrera.
Llegó el día esperado. El tiro de arranque sonó y la Tortuga corrió velozmente hacia la meta. De la Liebre no se sabía nada, parecía como si la Tierra se la hubiera tragado. Todos pensaban que se había quedado dormida y que había olvidado la carrera. Sin embargo cuando la Tortuga estaba a punto de llegar a la meta se percató de que ya estaba ahí la Liebre.
Le Tortuga se detuvo de golpe. "¿Qué haces aquí?" -preguntó. La Liebre sonriente, y con el trofeo en las patas, respondió: "Mientras tú te entrenabas yo me iba de fiesta con el que organizó la carrera".
Moraleja: Todo fuera como sólo prepararse, también hay que enfiestarse.
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